1 Noricia I- Bosque
« Miér Jun 04, 2014 7:28 am »
Dama Elfica
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Hola buenas
Pues que vengo aquí a enseñarles una historia que estoy escribiendo.
Espero que les guste.
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Eso es todo
Por cierto, no tengo nada a favor ni en contra de la religión ¿sí?
Espero que no se hayan aburrido.
Nos vemos
Pues que vengo aquí a enseñarles una historia que estoy escribiendo.
Espero que les guste.
- Spoiler:
- Noricia emergió de la profunda bruma de un sueño negro para encontrarse en un gran comedor en ruinas. Todo parecía viejo salvo una cámara de seguridad de un rincón, mirando desde arriba.
Se apoyó sobre sus brazos. Y entonces la vio.
Era igual que ella. Eran como dos gotas de agua, salvo por un detalle. La desconocida con su rostro iba con el pelo totalmente suelto. Y ella llevaba una coleta.
Estaba pensando en si era correcto llamarla como a ella misma, cuando ésta reparó en su estado consciente. Y se acercó a ella.
“Vaya, Bienvenida. Ya pensé que no ibas a moverte más.”
“Yo… ¿Qué ha pasado?”
“Te lo explicaré por el camino. Tenemos cosas que hacer ahora que estás consciente.” Dijo la desconocida mientras giraba sobre sus talones. Era muy rápida. Cuando Noricia se dio cuenta, casi había atravesado el comedor. Noricia echó a correr detrás de ella.
“¡Espera! Soy Noricia… Tú… ¿Tú tienes nombre…? “Le preguntó Noricia tras alcanzarla.
“Entre las pocas personas que siguen vivas aquí… Soy Niebla.”
No hablaron más.
Salieron de la habitación por la puerta principal. Era una puerta grande, de madera de color oscuro, con manchas de color más claro. Detrás del portón había un suelo manchado de azul, medio tapado por un mantel blanco. Después había un gran trecho que discurría en la completa oscuridad, tras la cual aparecieron en un bosque.
“¿Adónde vamos?” Preguntó Noricia en voz baja.
De repente, se oyeron pasos a lo lejos.
“¡Escóndete!” Masculló Niebla tirando de Noricia hacía unos arbustos.
De entre los árboles salió un hombre. Era pelirrojo e iba con ropas de religioso y una gorguera. Solo por un instante, a Noricia le pareció ver pelos rosas en las manos. Noricia pensó que eran fibras sintéticas de algún abrigo, y no le dio importancia, pero Niebla no lo vio así.
En cuanto el hombre desapareció de la vista, Niebla salió del arbusto y echó a correr en la dirección contraria a la del hombre, por el mismo camino. Noricia fue tras ella.
“¿Eso era…un religioso…?” Preguntó Noricia mientras corrían.
“El Danés” Asintió Niebla. “Hay que darse prisa. Quizás…”
Al rato llegaron a una zona del bosque en el que dominaba un árbol de gran tamaño, que tenía superpuesta una gran puerta blanca. Niebla bajó la vista hacia la parte baja de la puerta.
“No… Llegamos tarde”
Noricia miró al mismo sitio que ella. No había nada.
Dentro no había nada. Solo una habitación totalmente blanca con algunas sábanas.
“Volvamos. Aquí ya no hay nadie…” Murmuró Niebla bajando la cabeza.
Volvieron al vetusto comedor. Noricia se sentó en el suelo mientras Niebla se movía de un lado a otro con las manos a la espalda, y apartándose el pelo, que no hacía nada más que caer sobre sus hombros.
Cuando Noricia había contado que se había apartado el pelo por lo menos una veintena de veces, cambió de dirección de repente y fue hacia debajo de la enorme mesa. Pegada con cinta aislante a la parte de debajo de la mesa había una pequeña navaja. Noricia observó como Niebla se cogía el pelo y acercaba la navaja a él. Y la detuvo.
“¡Hey! Espera un momento. No te cortes el pelo así. Mejor cógetelo con esto”
Se quitó la coleta y le tendió el coletero a Niebla. Ella lo cogió con un gruñido bajo. E intentó ponérselo. No pudo. Se le quedaban los pelos fuera.
“¿Puedo ponértelo? Yo sé.” Dijo Noricia acercandóse a Niebla.
Niebla refunfuñó algo, pero bajó la cabeza para permitirle trabajar.
Noricia se sorprendió cuando vio que el pelo de Niebla, a pesar de ser igual que el suyo en tono y largura, era mucho más suave. Y se lo hizo saber.
“ ¡Ja! Pues no será por los champús que me echo!” Se rió amargamente Niebla.
Cuando acabó, Noricia se alejó un poco de Niebla y contempló el resultado: Una cola de caballo que libraba a Niebla de su pelo, pero conservando su belleza. Niebla se levantó y volvió a moverse de un lado a otro pensando. Tras un rato trazó un plan y llamó a Noricia.
“Noricia. Nos vamos. Muévete”
Volvieron al bosque. Al rato, Noricia empezó a sentir que las seguían desde lejos. En susurros se lo comunicó a Niebla, que solo asintió y murmuró para si misma:
“El Danés…”
De pronto, la vegetación empezó a hacerse más salvaje. La mirada de Niebla se perdía entre los árboles que tenían delante. Parecía distraida.
Entonces llegaron a una zona en la que el camino delante de ellas se volvía totalmente negro. Niebla dio un paso hacia delante en dirección al camino.
“Muy bien Noricia… dejemos solito a ese hijo de…”
No pudo acabar la frase. El Danés se tiró encima de Niebla, con una sonrisa de loco en su cara. Niebla gritó:
“¡NORICIA! ¡Corre hacia el camino! ¡Yo te seguiré enseguida!”
Noricia miró por unos instantes a la joven llamada Niebla, casi igual a ella. Y empezó a correr.
La oscuridad pronto la engulló. Pero ella siguió corriendo.
Fin
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Eso es todo
Por cierto, no tengo nada a favor ni en contra de la religión ¿sí?
Espero que no se hayan aburrido.
Nos vemos